
Acabo de llegar a casa y casi lo hago...
Hay varias cosas que me fastidian, que me irritan, consiguiendo lo que muchos, intentándolo con ganas, no logran. Y claro, luego pasa lo que pasa: me enfado. No es que lo haga con alguien en concreto, generalmente es con el mundo entero... o, casi siempre, como hoy, conmigo misma.
Me pone de los nervios estar esperando una llamada, depender de esos aparatitos inalámbricos que llevo conmigo a todas partes como si fueran una prolongación de mi persona. Que sí, que me siento esclava de la tecnología y me pone los pelos de punta comprobar que no me siento tranquila si se me olvida el móvil en casa o si el fijo se está quedando sin batería...
Con gusto los estamparía contra la pared si no fuera porque esta casa no es mía y la dueña me mandaría arreglar los desperfectos...
Y antes era peor, cuando no había móviles y los fijos estaban aposentados en el salón, o en el aparador de la entrada, o en la habitación. Y, claro, seguro que te llamaban en el momento más inoportuno. Recuerdo una vez que salí con el pantalón bajado, sin recordar que, si no lo agarraba, la gravedad me jugaría una mala pasada y ¡zas! caí de bruces, tiré el teléfono, los arreglos florales y el cenicero de piedra que casi me dejó seca en el acto. Y total ¿para qué?, para no ser la llamada que esperaba.
Porque ese es el problema: estás sujeta a un teléfono en espera de esa llamada que no llega, anhelando escuchar la voz que necesitas...
¡Mierda! se mire como se mire, eres esclava sin solución.
Hoy me preguntaba una amiga si era malo no estar ya tan pendiente del móvil. Y yo le he respondido con un NO rotundo. Creo que se vive más tranquila.
Pero no acaba ahí el problema, no. Luego está el otro tema: el buzón.
Invariablemente, cuando abres el buzón, sacas las cartas y casi sin mirarlas metes la mano y palpas.
- Y qué esperas encontrar, ¡idiota! -me digo. ¿No ves que está todo en la otra mano?
Con suerte no me paso la mano por la cara, o me golpeo la frente, porque si lo hago, vuelvo a casa con todo el polvo acumulado de mascarilla.
Pero lo peor es saber que la carta que esperas tiene nombre y apellido, y que no llegará...
Vamos, que una se va acalorando según transcurre el día y llega a casa como yo: pagándola con el felpudo.
¿Os habéis dado cuenta que una se limpia en el felpudo de diferentes maneras? Soy de las que siempre, o casi siempre lo hace. Me enseñaron que es una forma de mantener la mayor parte de la suciedad fuera de casa y ahora forma parte de esas cosas que hago mecánicamente. Pero sí que me he fijado en otros, y en mí, alguna vez. Por ejemplo, cuando estás indeciso, antes de entrar en un lugar, te quedas más de lo debido limpiándote, algunos hasta lo hacen tanto que, en alguna ocasión, he pensado que la suela debía estar más limpia que el resto. O esas veces que voy al dentista, que se puede ampliar a cuando iba donde mi exsuegra, a casa de mi hermana, o a la del vecino pelma que no te deja tranquila; en esas ocasiones, aprieto tanto que siempre miro abajo por si lo he desgastado y se nota.
Ahora alguien me leerá y pensará, quizás, que por no esperar esa carta, o esa llamada, se quiere menos (porque supongo quedaba claro que esperas a esa persona tan especial) Y no, nada de eso.
No es que te quiera menos, ¡es que me quiero más!
Mientras, creo que me tumbaré un rato a ver si se me pasa el enfado. Que sí, el buzón no me lo puedo traer, pero seguro que los dos teléfonos estarán muy muy cerca.
¡Manda narices! Sentirse esclava es un rollo...
... claro que se pasa todo cuando recibes esa llamada, o la carta o, muchísimo mejor, cuando te sorprenden en persona.
Si es que no escarmentamos...
Acabo de llegar a casa y casi desgasto el felpudo.
Elu
7 comentarios:
Uf... (sin palabras...)
Deberíamos inutilizar los teléfonos, esperar cartas como se esperaban años ha. Leerlas con fruición, guardarlas y al minuto volver a leerlas esperando encontrar la palabra que antes no habías leído...
No he entendido bien lo del felpudo, ejem..
No tengas ninguna expectativa. Si algo aparece en tu camino, agradécelo. Si nada viene, no es necesario que venga, no lo necesitas.....Osho......
Petonetts ....Elu.....ahora si ke si!!!! ..nos vemos en unos dias ;)
Uys, César... Yo soy de las que gustan de cartas de las de antes, por eso mi enfado por no recibirlas, y por eso lo del felpudo...
Mejor no quieras saber cómo me aprovecho de que no dice ni pio cuando le maltrato.
Saluditos (No he mirado los calcetines)
Uf, vida... aunque una no quiera, siempre sueña, dormida o despierta, y no son los sueños una expectativa? No sé, procuro no tenerlas, no esperar nada... pero... una es débil, ¡qué se le va a hacer!
Espero que te vaya bien... sobre todo en estos días.
Petonets
Pues no ha ido bien "para variar"...asi que a otra cosa mariposa....
Despues miro por aqui..el Tic Tac..dice , vamos que nos vamosssss!!!!
Petonets Mediterranis
"No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista"
Paciencia... que todo pasa y esperemos que quede lo bueno.
Desde la Castilla profunda: besos y achuchones.
Publicar un comentario