Entre el vivir y el sobrevivir

lunes, 24 de mayo de 2010

Vestigio




¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
¡La agria melancolía
que puebla tus sombrías soledades!
A. Machado

- Ay... vaya memoria la mía. Debo de estar volviéndome vieja. Si ya lo decía mi madre: "No puedo con mi vida"

Aquella mañana, Amalia no podía recordar por qué había salido a la calle. Se dijo que debía hacer compras, llevaba la vestimenta apropiada... porque Amalia, como todas sus amigas, tenía un vestuario para cada ocasión.

- Bueno, ya me iré acordando según llegue -se consoló.

Al llegar al final de la calle vislumbró la casa. Se erigía ahora entre dos nuevas edificaciones, vestigio de un ayer que recordaba claramente. Se paró un momento a contemplarla. Las tejas oscurecidas, las persianas descoloridas, los desconchados y derrumbes le daban un aspecto de lánguido abandono.

- Hay que ver... lo que fue y lo que es.

Cruzó la avenida y miró uno de los laterales, aquel por el que, en otro tiempo, tantas veces subió corriendo para que los señoritos no la vieran con la bolsa de tela de saco. Se sorprendió al comprobar que ya no estaba la escalera de hierro en su lugar, aunque aún quedaba la verja de arriba "Sepan ustedes que está ahí para recordarles que no deben utilizar la escalera, ustedes han de salir por la parte de atrás, son simples obreros" Recordaba muy bien las palabras de los dueños de la fábrica... y de la casa. Y a su madre que siempre la decía:

- Eres menuda y pequeña, puedes pasar en horas de trabajo, no te verán cuando me traes la comida... y cuando vuelvas corre todo lo que puedas y esconde bien la bolsa.

La madre de Amalia, Josefa, quedó viuda muy joven con una niña de apenas dos años y otra (Amalia) en camino. Con pocos recursos tuvo que ir a trabajar a la fábrica de galletas que se situaba en la parte inferior y detrás de la hermosa casa (que era entonces). Cada mañana pasaba delante de la fachada con un toldo muy elegante y tiestos llenos de flores que colgaban de los ganchos que perduran en el tiempo. Con más hambre que cansancio se disponía a soportar a la encargada "chicavieja amargada" que les regañaba continuamente por comerse la producción.

- No pierdan el tiempo en saludos, ponganse a trabajar que ya es hora. ¡Y no se coman ni una pasta! O es que se creen que no las veo... -era su saludo matutino.

Y todas callaban, cómo no, pero se turnaban para meter, de vez en cuando, alguna pasta que les engañara el estómago. Eran tiempos difíciles los de la posguerra.

Josefa discutía mucho con la encargada, y siempre la decía: "A ver, doña Urraca (que no era su nombre precisamente) ¿qué hacéis con las pastas que se rompen? Los señoritos las tiran, seguro, ¡pues qué coño! si podemos aprovecharlas no sé dónde está el pecado"

- Un día de estos me echarán, lo sé... pero no me importa, ya encontraré otra forma de traer el pan diario a casa -contaba a sus amigas.

Y mientras, cuando Amalia le llevaba la comida en la pequeña bolsa que su abuela les había preparado con tela de saco, Josefa aprovechaba el ángulo de visión de la encargada para dar un beso a su hija y meter unas cuantas pastas en la bolsa.

Amalia miraba el espacio ahora vacío donde antaño estaban las escaleras y recordaba sus carreras.

- Qué tiempos aquellos... -se dijo, ya no queda nada de su anterior esplendor y, por suerte, ya no he necesitado comer nunca más las malditas pastas. Por cierto, voy a comprar un par de solomillos.

Elu

8 comentarios:

César dijo...

Tiempos aquellos...con unas Campurrianas y un licor café era el tío más feliz del mundo..
Claro que era un lujo de pocas veces, yo no trabajaba en una fábrica de galletas.

Elu dijo...

Ni viviste la posguerra, supongo... ¿O sí?

Una se entera de historias cuando se involucra un poco, hasta de las que no quisiera saber. ¡Qué duro es tener cierto imán!

Oye César, y si cambias de calcetines ¿mal? Es que con las Campurrianas, el licor café y viendo tus calcetines... me entran ganas....

Y ya no tengo fiebre, conste.

♪Vida♪ dijo...

Yá no quedan vestigios......
Me alegra leer que estas bien Elu
PD....me "voi" unos dias...
(demasiado de todo , y poco de nada)
Petonetts.

Elu dijo...

Estoy mejor, sí... aunque quedan... vestigios.
Cada día, al menos durante un rato, pienso en irme, por unos días, por toda la vida... pero luego siempre pienso que es inútil irse cuando se quiere, y yo tengo personas por las que siento algo muy especial... Así que guardo las bolsas y demás paquetes, y aquí sigo.
Suelo decir que tengo demasiado de lo urgente y muy poco de lo importante, me desespera, me angustia... pero siempre pienso que, quizás, de la vuelta a la tortilla y el resultado sea jugoso.

Petonets, Vida... seguiré esperando verte.

César dijo...

Lo siento, pero los calcetines tiene la misión de eliminar todo el sex-apeal que emano todo yo...

Así que hasta que no huelan, no pienso cambiarlos..
A mejorarse.

Elu dijo...

(Uy, ha dicho sex-apeal...)

Pues la verdad es que no me había dado cuenta de esa característica tuya, César. ¿Es natural o aprendida?

Vaya vaya, de qué cosas se entera una.

Pues nada, siga usted con los calcetines, el olor sólo está en mi imaginación...

Mejorando estoy... hasta me cabreo...

César dijo...

Vaya! habrás sido la única que no te has dado cuenta de esa característica, propia de los inteligentes!

O de los frescos..O por mirar sólo para un sitio!

Elu dijo...

Oye, César, vaya día que me estás dando: me dejas a medias!!

Entre una inteligente frescura, y una torpe visión, no sé por cual decidirme...

... claro que si lo hago no pienso decirte nada.

La venganza es dulce...