
lunes, 31 de mayo de 2010
La culpable

El peso de las sombras

Hay noches en las que los fantasmas del pasado se presentan en fila de a dos y eres incapaz de exorcizar.
domingo, 30 de mayo de 2010
A otra cosa, mariposón
Siempre he sido contraria a la moderación de comentarios. El simple hecho de estar escribiendo esto me fastidia, más que nada porque soy consciente de que es una justificación.
Ya, sé que muchos de vosotros me díriais que no es necesario, pero es que yo sí lo necesito.
No hace mucho, comentaba en cierto blog que me negaba a mí misma el derecho a moderar. Y así es. Desde ayer ha habido unas cuantas personas que me han indicado que sería conveniente que lo hiciera, más que nada para evitar estar todos los días con tonterías como las que ha habido.
Que critiquen detalles de un blog, la forma de escribir, lo que se dice es una cosa, pero que encima salga la víbora de turno intentando crear una nube de humo con la intención que sea (ni siquiera me voy a molestar en aclararlo) ya pasa de castaño oscuro.
Estoy enfadada, sí, y no por los comentarios o las puñaladas que ha intentado asestar el mitómano de turno, sino porque ha conseguido lo que siempre me negué. ¡Y eso me jode un montón!
Pero como para muestra me sirve un botón y no me apetece que salgan en manada los bichos posibles (la calaña) voy a moderar mensajes. No quiero que nadie se sienta incómodo.
A ti, que tienes la valentía de decir sandeces amparado en un nick que no me dice nada, te diré que eres tan ruin que se me dispara la imaginación y no puedo sino desear pisarte la cabeza como lo que eres: la víbora que siempre me siguió.
Antes me ha dicho alguien:
- Que le folle un pez.
- Sí, he contestado yo, pero que tenga espinas.
Se me ocurre un siluriforme, o un gran pez espada. ¡Qué gustirrinín!
Bromas aparte, lo que no permitiré es que nada de lo que digas, querido Iker, vuelva a afectar el ritmo de mi blog, un lugar sin pretensiones con el único interés de escribir para ciertas personas que, por lo que veo, van aumentando poco a poco.
En cuanto a ti, espero que tu veneno no te haga más pupita, que ya tienes lo tuyo.
Y dicho esto:
A otra cosa... mariposón.
Elu
sábado, 29 de mayo de 2010
El lunes secretaria nueva

Evoco aquellas noches furtivas en las que, mintiendo a mi mujer, no volvía a casa a dormir. A ella no la quería y "la otra" me hacía vivir, por algunas horas, pequeños retazos de lo que podría haber sido la felicidad, en retales de otra vida posible, dosis donde se mezclaban lo prohibido y lo placentero… lo mejor a obtener. Hice una elección en su día y soy consciente del precio que pagué por el error. Tomé el camino más fácil, como siempre, como todo lo que he hecho en mi vida. La senda menos arriesgada, porque siempre he sido cobarde y enemigo de las emociones magnificadas en un sentido o en el otro. Recuerdo que en mi adolescencia, tendría yo como quince años, mi padre me dijo hablándome con un tono diferente al que había utilizado antes conmigo:
- Chaval, se te está acabando el tiempo de las bromas, ahora te empieza la vida.
Me casé con una mujer muy recta. Ella pensaba que estaba de acuerdo con los tiempos y decía que en una casa las decisiones debían ser todas compartidas. Así empezó a dirigirme poco a poco, a anularme a mí que, con mi carácter ya débil, venía de una familia donde los hijos éramos como alumnos de una escuela con normas rígidas. Antes sólo me podía dirigir a mi padre pidiéndole permiso para hablar, era inconcebible iniciar una conversación sin decirle “¿Padre, le puedo decir una cosa?”, para que él te mirara de arriba abajo con una descalificación previa estampada en los ojos y te diera el visto bueno. Ahora ella me concedía permisos tácitos en los que yo intentaba (infructuosamente) convencerla sin que hubiera en su rostro ninguna expresión reprobatoria. Bueno… en realidad sería más correcto decir que no había expresión alguna en su faz, salvo esa frialdad que la acompañaba siempre en esos (y otros) momentos.
Mi matrimonio era una rutina propia de una planificación, de un ministerio. Ella era funcionaria. Mis tareas eran pasar el aspirador los sábados, pasear al perro cada día, el mantenimiento del piso, y trabajar, claro está. Para ella el sexo era muy importante en una pareja, se había preocupado de ponerse al corriente con profusa literatura y parecía un manual. Habría sido una digna guionista de pornografía sofisticada si se lo hubiera propuesto, pero la ternura no la conocía.
Desde mi boda había flirteado dos veces, en el trabajo, con secretarías mucho más jóvenes que yo. Siendo el segundo de a bordo en una empresa mediana, eso era sencillo. Las deslumbraba con el dinero, las llevaba a cenar a mi ruta particular de los cuatro o cinco restaurantes más caros de la provincia, les hacía regalos caros… a la segunda incluso le llegué a pagar un apartamento durante casi un año. Me enamoraba muy fácilmente, lo hacía de todas las mujeres presentables de mi entorno cercano. Las amaba unos días, unas semanas o como máximo unos meses. Les prometía todo, sin mentir, porque sinceramente pensaba en dárselo, hasta que llegaba el momento en que el miedo a perder lo establecido, imaginándome la sucesión de quebraderos de cabeza y de inconvenientes que me implicaría el abandonar a mi digna esposa, me paralizaba. La imagen de mis padres, de mis vecinos, de mi hijo, de los amigos señalándome con el estigma de la culpa, me asustaba, rompía con todo y, durante un tiempo, me encerraba en casa sin hablar con nadie, sólo con mi perro en mis largos paseos nocturnos.
viernes, 28 de mayo de 2010
De una amargada a "un" sincero

Esto de la sinceridad es la releche...
Para los que no suelen leer los comentarios (no sabéis lo que os podéis perder...) os comunico que Iker me ha dejado su impresión sobre mi persona y mi calidad como escritora.
Iker dijo...
A mí Elu francamente me parece una mujer amargada y engreida: la calidad de lo que escribe es muy mediocre, aunque supongo que podrá mejorar con el tiempo.
Agur.
IKER
Por supuesto le he contestado agradeciéndole su sinceridad... Admiro mucho esa característica en una persona, y si ya la subimos de grado a la franqueza, como poco, me desarma y me da por pensar "Por fin alguien a quien merece la pena "atender""
Por eso le dedico un mensaje que será muy mediocre pero, querido Iker, es lo que hay...
La asertividad, como comportamiento comunicacional, es el ideal que muy pocos alcanzan. En ese sentido me congratulo de haber contado contigo en el blog. Además, para qué vamos a andarnos con rodeos: soy una amargada que escribe fatal.
Lo que no tengo yo muy claro es lo de "engreída", ya ves... pero bueno, una se expone públicamente a riesgo de que los demás la vean de diferentes maneras: en la diversidad está el gusto. Esta noche creo que no dormiré pensando en que alguien pueda verme de ese modo, ¡con lo que me fastidian a mí "las creídas"!
A mí lo que me pasa ahora es que me pregunto algunas cosillas...
Querido Iker... debes tener mucho tiempo libre para perderlo con una mujer como yo, sobre todo teniendo en cuenta lo mediocre que soy. Y digo eso porque llevas unos cuantos días leyéndome, o no estoy yo segura si lo que sigues son más las contestaciones. Que sí, que ya sé que para gustos se hicieron los colores, pero... querido, ¿no crees que sería mejor que buscaras a alguien brillante?
Ah ya, que lo que pasa es que estabas comprobando si iba mejorando con el tiempo... Pues no, Iker, no te creas eso de que "como el buen vino, con el tiempo mejora", que es pura palabrería de personas que no son como tú, asertivas, y prefieren decorar un comentario que podría resultar, a todas luces, soez para algunas personas. Si fueras mujer lo entenderías...
Y luego está el tema de los dos puntos. Eso si que me tiene confundida. Lo de los dos puntos después de lo de engreída me confunde, Iker, soy amargada y engreída porque lo que escribo es muy mediocre, o son dos cosas a parte y lo que pasa es que debía haber una coma. Esto de no ser de letras me mata... me pierdo en los laberintos de la expresión escrita.
Pero, ante todo, tú sigue así, que no hay nada como la franqueza.
Por cierto, como aparte de todo lo que dices, soy curiosa, he comprobado que te has hecho un perfil exclusivamente para dejar el comentario...
(Os prometo que las 3 visualizaciones son mías)
Pero Iker, "hombre", no deberías haberte molestado. Tengo admitido que me dejen comentarios hasta los Anónimos y, como has podido comprobar, no los tengo moderados. Oye, pero... mutil, ¡eskerrik asko! Todo un detallazo el tuyo.
En fin, como no sé qué más decir (ya digo que tu franqueza me ha dejado sin palabras), me despido de ti esperando que economices mejor tu tiempo y dejes de leer a esta amargada, engreída (dios, esta noche no duermo) y muy mediocre.
Con toda mi consideración a tu calidad.
jueves, 27 de mayo de 2010
Como el salmón
- Mira que eres díscola...joven, brillante y díscola, sobre todo díscola...
Hace un rato que "mi papi" me ha soltado esa frase. Se nota que no es objetivo, así que tendré que considerar que de lo que voy sobrada también es una exageración. Aunque si lo pienso un poco quizás tenga razón.
Me encanta el salmón, los que me conocen un poco lo saben, y se me ocurre así, de pronto, que tengo un poco (o igual mucho) de parecido con ellos. Ya hace tiempo que dejé de preguntarme el porqué de mi manía de nadar contracorriente, por mucho que lo pensaba siempre llegaba a la misma sencilla conclusión: debe ser mi naturaleza. Soy obstinada (vale, terca, cabezota) en casi todo, pero si lo pienso detenidamente también sé dar mi brazo a torcer. Sin embargo hay algo en lo que nunca dejo de empecinarme: cuando quiero a alguien soy incapaz de "pasar página".
Esta mañana he leído un correo de esos de aviso. Era de Renfe, indicaba que el día 28 había huelga y los servicios serían mínimos. Así dicho no parece relevante, pero teniendo en cuenta que llevo días pensando en romper una promesa... ya cambia la perspectiva.
Y es que todo me lleva a ti. El dolor de tu ausencia, el recuerdo de tu voz, la añoranza de tus manos, el deseo de tus besos, la necesidad de tu ternura... Fíjate, me rompería gustosa (de nuevo) un brazo si con ello volviera a sentir tu ternura, tus cuidados, tu manera de acariciarme, de hacerme sentir que era lo único que querías tocar y sentir y disfrutar.
Todo me lleva a ti...
El recuerdo de la sorpresa de tu "seamos sensatos", los paseos disfrutados, el calor de los abrazos, la pasión de aquellos momentos... Tú, simple y llanamente tú eres el lugar a donde me lleva cada pensamiento, cada sentimiento, que intento controlar dejándome llevar por la misma corriente contra la que sé que mi naturaleza lucha... o quizás sea mi corazón.
Hice una promesa y cada día me digo que he de cumplirla, pero soy díscola y me cuesta mucho. Me repito hasta la saciedad que he de respetar a quien quiero y sueño con una palabra: "Ven".
- Pobres salmones -dicen; nadan contracorriente para desovar y luego mueren.
Pues no es del todo cierto, algunos sí... es duro el esfuerzo, pero otros regresan años al mismo lugar, por cierto, donde nacieron, porque es así: eligen siempre el río de donde proceden.
Es su naturaleza...
... y mi corazón me lleva a ti.
Elu
martes, 25 de mayo de 2010
Pobre felpudo

Elu
lunes, 24 de mayo de 2010
Vestigio

¡Oh tierra ingrata y fuerte, tierra mía!
¡Castilla, tus decrépitas ciudades!
¡La agria melancolía
que puebla tus sombrías soledades!
sábado, 22 de mayo de 2010
Vivir contigo

ELLA:
Y aquí estoy descubriendo, después de mucho tiempo, tu tendencia a actuar de la misma forma.
jueves, 20 de mayo de 2010
Incoherencias

miércoles, 19 de mayo de 2010
Un día de estos del CSI

martes, 18 de mayo de 2010
Tú sólo camina
No temas, tú sólo camina...
te tomaré con mano firme y pulsante
para llevarte hasta la orilla del roce de unos labios,
hasta el suspiro
o al cabello de la sien entre unos dedos
y al cuenco de una mano que te habitará la nuca,
que te atraerá,
pecho contra pecho, a esa fusión
donde no caben sonrisas falsas de amantes esporádicos,
sólo pupilas firmes de encuentros únicos sin gnomos,
sin espectros muertos,
tardío reflejo que ahora reina
en el algodón de tu alma azul con mariposas blancas;
espejo, ahora real, donde mirarse
en horas que no mueren por eternas.
Sólo esperar, sólo paciencia;
estoy aún aquí, contigo en mente,
vuelve a mirarme y cree no imaginarme;
volveremos otra vez, muchas más veces,
sentiremos, de nuevo, los cuerpos caer,
las voces suspiradas, los besos de calor, ojos rendidos,
ocres colores, suaves telas, claros rincones
y aún... más versos.
Elu
PD. Hoy se la dedico a quienes creen que hay esperanza.
Bona nit

domingo, 16 de mayo de 2010
Amapola

Esto ya es propio de un funámbulo, pero no me cansa.
Aún recuerdo mis primeros días, aquí en la red, como si hubieran sido ayer; las primeras conversaciones privadas, la curiosidad y también mis primeras citas, encuentros clandestinos para mí que, por aquel entonces, aún estaba casado.
¡Cómo ha cambiado todo! Después de aquellos torpes bandazos, cuando todavía me movía en un ruedo para mí desconocido, un día, hace ya mucho tiempo, fui consciente de mis posibilidades infinitas, de mi don, de aquello que me distingue y me enaltece por encima de la mayoría del resto de hombres.
No supe lo que realmente deseaba hasta aquel día, hasta aquella madrugada en que regresé a mi pequeño apartamento después de una noche larga de intentos y frustraciones en la ciudad. Encendí la máquina mecánicamente, leí por encima cuatro bromas, repliqué socarronamente a alguna alusión, vi por encima un correo cursi de la poetisa pesada con la que me había acostado unas cuantas veces y no sabía como quitarme de encima y, después de borrarlo, entré en la sala de chat a ver si quedaba “algo” para una canallada imprevista. Eran dos, el tipo misterioso de siempre que, a aquellas horas, por lo visto solo hablaba en privados y una que había visto pocas veces, Amapola. Saludé dispuesto a largarme en el instante justo en que me quedé a solas con aquella desconocida.
- Al fin solos -me dijo, con un emoticono sonriente- ¿Hablamos clarito, mi pequeño cerdito?- continuó consiguiendo espabilarme en una línea.
Fueron casi cuatro horas de charla. Ella era una mujer mayor que yo, de la cincuentena media, me dijo que le recordaba a alguien al que llegó a apreciar y que no me preocupara, que ella no buscaba nada de mí, que tenía ganas de conversar conmigo hacía ya tiempo y que, por fin, había dado con el momento oportuno. Amapola me preguntó por mi vida, por mi momento y por mis objetivos. Le conté lo de mi separación, mis escarceos “internautas” de los que, por lo visto, había sido buena observadora.
- Eres tan sumamente asqueroso que me resultas simpático -me dijo, antes de continuar- Tienes lo que muchas mujeres de aquí buscamos. En realidad no eres nada, una foto de un tipo con ojos bonitos y un cuerpo más que aceptable, no estás comprometido y puedes resultar ingenioso. No eres demasiado inteligente, resultas grosero y ordinario, pero en el fondo eso atrae. ¿No nos ves? Casi todas venimos del pozo de una larga relación muerta, de un matrimonio temprano, de unos años de aburrimiento y desidia, y de los espejismos de libertad de una separación. Provenimos de una decepción tras otra, de una sucesión de desastres, y buscamos hierros candentes donde aferrarnos. Te vemos como un cerdo indeseable, pero nos atraes. ¿Cómo será hacerlo contigo? En el fondo deseamos apropiarnos de la obscenidad, del pecado que tú encarnas. Vuelves a ser un reflejo de la primera vez que palpamos la entrepierna de un adolescente y después de unos instantes de asco sobrevenido, nos resultó terriblemente placentero el tacto de un sexo masculino. Queremos repetir eso contigo, volver a sentir aquella energía de sangre caliente, de corazón acelerado y esa humedad que nos inspiras, aun cuando no lo reconozcamos abiertamente.
Hablé con Amapola varias madrugadas más, quedamos para tomar un café y me pidió una noche de sexo. “Sólo una -enfatizó-luego desapareceré”. Cuando lo hicimos me dijo que ya lo sabía, que “no era para tanto”, pero que “necesitaba comprobarlo”. Entre risas de complicidad y medio burlona conmigo me pidió que alguna vez me acordara de ella...
…como hago ahora.
Me considero en plenitud. Creo que voy a tener durante años algo que me hace sentir un rey entre los plebeyos. Mi pequeño apartamento acoge muchas visitas. He comprobado que no hay que demostrar debilidad con ninguna mujer. Cuanto más desdén muestro con ellas, tanto más sumisas resultan conmigo; cuanto más desprecio, más súplicas y promesas. Sé que lo que deseo de verdad es su humillación para sentirme realmente grande, enorme, superior y pleno.
[....]
Para este viernes no tengo nada, tuve un error de cálculo, se me fue de las manos. Estaba con Luly, con la que llevaba dos meses. Me gustaba, se había pasado los meses anteriores llamándome "ser repugnante" y cosas parecidas. Con un privado me dio su teléfono y con una cita el resto.
Despertó a mi lado, como los dos últimos sábados, y la vi con el maquillaje corrido. Tuvo la ocurrencia de decirme "creo que hemos de empezar a pensar en hacer algo con nuestras vidas, precioso mío....", la mire con una expresión de asco y la dije “mira guapa, ahora quiero que me la chupes un ratito, pero eso sí, antes de ducharme”. Cuando vi que acercaba su cara a mi entrepierna apartándose mecánicamente el pelo de la boca no pude reprimirme..."Anda, lárgate, pedazo de guarra, no hagas más el ridículo"
¡Me siento tan bien! Sigo teniendo una sensación de velocidad extrema, y eso será hasta que el cuerpo aguante.
Amapola, gracias, te debía esto y, por cierto, estoy libre este fin de semana.
Elu
viernes, 14 de mayo de 2010
El alfil verde

Aparcó el puñetero coche como pudo en una esquina a tres calles de su portal. Aún sentía el picor en la nariz por aquella colonia masculina cara y seguramente comprada, con mal gusto, para la ocasión. Se alisó la falda, las medias y lo demás que el intento del salido de turno había logrado descolocar.
- Siempre igual -se dijo-. Al final lo intentan aunque parezca que no vayan a hacerlo. Todos lo mismo... Pero nada de nada, ha sido la primera cita. Besitos, algún toqueteo consentido, sin más, que luego entre ellos se lo cuentan todo y una podría coger la fama, y no se trata de eso.
Al entrar en casa se dio cuenta que amanecía. La puerta entreabierta de la habitación de su hijo le recordó que al mediodía tenía que recogerlo en casa de sus primos. La cocina estaba llena de cacharros sucios y con la basura de dos días. Se calentó agua en el microondas y se preparó un café instantáneo. Pensó en darse una ducha pero le dio pereza. "Lo haré luego, cuando me despierte".
Aquella noche la había invitado a cenar y luego al Tango. Aquel tipo tenía influencias en la central de Madrid porque venía recomendado. Sería cuestión, como otras veces, de sacarle algún secreto poco divulgado de su vida, de darle un poco de cancha, de mentirle con aquella mirada de admiración que tan bien interpretaba, para luego (quizá con alguna escapada de fin de semana incluida en el programa, a las montañas o a la costa, según la estación) tirar del anzuelo y obtener los frutos deseados.
Después del baile insinuante empezaron sus confesiones. Aquel era dócil. Luego los besitos y el aliento cercano, conjugando el alcohol con la clorofila urgente. Le acompañó hasta su casa. Nada nuevo, todo lo esperado.
Ese había sido su día.
Volvió a fijar la vista en el espejo y, ya sin maquillaje, se notó algo demacrada. Se preguntó cuánto tiempo podría mantener aquel ritmo sin tener que elegir alguno de ellos para siempre, o al menos para una época larga. Estaba cansada de tener que trabajar y pensaba en sus amigas, que ya no lo hacían, y las envidiaba. No había acabado de dar aún con el perfil adecuado y completo del candidato. Además, como último recurso, siempre le quedaba el del otro lado de la pantalla. La miró y sonrió al comprobar que el alfil verde seguía ahí.
Tenía sueño. “Le concederé el tiempo de dos cigarrillos –decidió”. Movió el cursor y con un clic convirtió su muñequito rojo en verde y, humedeciéndose los labios, empezó a teclear:
Al ver aparecer en la pantalla el emoticono de un beso no pudo reprimir una sonora carcajada...
jueves, 13 de mayo de 2010
Su elección

martes, 11 de mayo de 2010
Tiempo
lunes, 10 de mayo de 2010
¡Sorpresa!: Ya soy adulta
No, no es que me haya vuelto loca (ya lo estaba), es que he decidido cambiar la configuración del blog a Adultos, y os voy a contar el porqué.
Ayer visité mi otro lugar, mi Espacio. Los que tenéis uno sabréis que hay una posibilidad que son las estadísticas desde donde se ve, por ejemplo, desde qué buscador entran a leerte.
Pues bien, ayer descubrí que habían llegado hasta mí con Google. Nada raro, ya sé... lo que me dejó algo menos que estupefacta, anonadada, asustada y demás sensaciones que no vienen al caso, es que me encontraron con esta frase:
"Relatos porno+infantil"
Vamos vamos... ya os imaginaréis mi sorpresa. Llegaron, de ese modo, a un relato que algunos ya conoceréis y que había pensado poner un día de estos aquí... Así que, curándome en salud y ejerciendo de madre responsable, he decidido que ya soy Adulta.
Bueno, pues ya sabéis el porqué de la advertencia cuando intentéis entrar.
Hay que ver... lo que tiene que hacer una para aclarar que ya no es una niña.
Elu
domingo, 9 de mayo de 2010
Querencia

Una semana antes...
" ¿Cuánto hace que no te veo? ¿Cuánto que no sonrío? Me miro al espejo en penumbra para no ver tus huellas en mis ojos; camino con las manos en los bolsillos acariciando mi palma con el pulgar... como lo hacías tú en aquel tiempo en que la luz era más brillante y la música más alegre.
Siento el vacío de tu indiferencia, máscara que has optado por llevar desde el día en que decidiste que todo había terminado. Pero lo que no sabes es que sé que estás con ella...
Lo descubrí de la forma más tonta, cosas que tiene la red... Te agregó el mismo día en que tú me contabas que no podías soportar más tiempo sin mí y que, dadas las circunstancias, las nuestras, era mejor acabar que alargar lo que para ti era un suplicio. "Estoy muy mal -me dijiste, voy a dejar todo esto un tiempo, no me busques, es lo mejor para los dos"
Y a ella le decías lo feliz que eras habiéndola reencontrado...
Intento odiarte y no puedo... Busco mil excusas por ti, justifico tus mentiras con el dolor que te producía la imposibilidad de un futuro cercano juntos.
Pero no me miro al espejo para no verme la cara de patética enamorada.
Esta mañana me han llamado de mi ciudad. Era Jose, mi eterno enamorado. Me pedía que fuera unos días, que me echaba mucho de menos, que intentara un viaje lo antes posible... He mirado el libro que me regalaste, aquel en que me dedicabas un "te quiero" que ha sido siempre mi ancla en la tempestad de acontecimientos. Junto a tus palabras guardé un poema de Pedro Salinas
La forma de querer tú
es dejarme que te quiera.
El sí con que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisiste: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quieres.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte sólo yo.
Querencia de ti...
Me pregunto por qué no voy a ser como tú, por qué no dejarme querer y ver si este vacío que me dejaste desaparece con otras caricias que no sean las tuyas. Si el silencio en el que quedaron mis oídos huérfanos de tus palabras no puede transformarse en alegre canto con otra voz...
¿Por qué no?
Dejaré de pensar en lo que siento por ti, te arrancaré de mi corazón. ¿No dicen que un clavo con otro se quita? ¿No afirman por activa y pasiva que el amor no existe, que todo son necesidades, egoísmos, intereses? Pues bien... prepararé el viaje y seré la más egoísta, la más interesada de todas las mujeres.
Voy a dejarme querer, a permitir que vuelvan a acariciarme, mimarme, halagarme. Para rechazo, mentiras y ruindades ya he tenido bastante contigo.
¿Qué más da si le quiero o no? ¿Qué más da ya nada?
Mañana será el primer día de mi nueva yo"
[...]
Presente...
Elisa llegó con retraso. Durante el viaje procuró no pensar en nada que no fuera su amigo Jose. Se puso los cascos, escuchó la música que tenían en común, recordó momentos vividos a su lado, su ternura, sus regalos. Cuando estaba llegando a la estación se dio cuenta que llevaba puesta una pulsera que no debía estar ahí, regalo de Marcos....
Marcos... el hombre al que amaba sin poder evitarlo.
- Basta ya -se dijo; él está con otra, me dejó, no importan los motivos, sólo los actos.
Jose le recibió con una rosa y un abrazo sin control que estuvo a punto de producirle un desmayo. Pero no de emoción precisamente.
Metieron el equipaje en el maletero y ante la insistencia del hombre, fueron a comer.
- Estás muy pálida, seguro que hoy no has comido aún nada. Así que deja que te cuide. Te invito a comer.
Jose siempre era espléndido con ella. Reservó mesa en uno de los mejores restaurantes, con vistas al mar. Era evidente que conocía sus gustos aunque ignoraba lo más importante: la existencia de sus sentimientos hacia Marcos.
Pasaron una tarde en calma, poniéndose al corriente de mil detalles y anécdotas. Hacía ya casi un año que no se veían, así que tuvieron para horas.
Estaba ya anocheciendo y Elisa, aún, no había ido al hotel. Intentaba alargar el momento, por más que se decía que debía estar relajada, que Jose era maravilloso, su corazón se negaba a permitir ningún acercamiento. Ese no hubiera sido el problema si no fuera porque su piel rechazaba todo contacto con la del hombre.
- Recuerda, Elisa -se decía constantemente. Marcos está con ella, es ella quien le besa, es a ella a quien abraza. Deja ya de querer un imposible y da una oportunidad a quien lo merece.
Y se la dio...
Mientras Jose le susurraba palabras de amor no era su voz la que escuchaba, ni eran sus caricias las que deseaba, ni sus labios eran los adecuados para recorrer cada centímetro de su piel. No era su olor el que la excitaba, ni era él quien le atraía hasta ese lugar donde el tiempo se para, donde los sentidos se agudizan y te sientes morir y vivir...
No era él...
Mientras sentía el peso de otro cuerpo... ella inclinó la cabeza hacia un lado evitando sus besos...
... y brotaron lágrimas de sus ojos. En ninguna se reflejaba el rostro que quería.
Elu
sábado, 8 de mayo de 2010
Los domingos toca partido

Hace unos años escribí una serie de relatos en compañía del que era mi pareja, con un seudónimo que despertó sentimientos dispares. Basados en hechos más o menos reales y fruto, sobre todo, de la observación... tanto de este mundo de la red, como del "real". Los que me habéis leído ya en otros lugares reconoceréis alguno de ellos. Cuando él murió quedaron muchos bocetos que con el tiempo he ido terminando. He decidido ir poniéndolos aquí.
Que cada uno lo tome como quiera: realidad, parodia...
Hoy pongo uno en concreto porque alguien muy querido para mí así me lo ha pedido... y yo procuro no negarle nada (que lo sepas)
Espero que los disfrutéis.
Tengo cuarenta y cuatro años, una esposa, un hijo, una casa magnífica, un buen trabajo, salud y una amante ocasional. Me considero un hombre feliz.
Cada domingo por la tarde, viendo el partido que toca con el amigo de turno, me paro a organizar lo que va a ser mi semana. En ese momento la televisión me proporciona la excusa para evadirme y hacer un escueto balance, pero también una pequeña planificación de los siguientes días.
Ahora estoy viendo el Real Madrid contra el Sevilla y Jesús, el marido de una amiga de Ana, mi mujer, va por la cuarta cerveza y el tercer paquetito de cacahuetes; además, no deja de ir al baño cada diez minutos, todo normal. En una de sus ausencias he mandado un sms a Loli.
“No te puedo apartar de mi mente -le he dicho-, te necesitaría ahora. Te llamo mañana”.
No había pensado en absoluto en ella desde el jueves que la vi por última vez. Seguro que habrá estado todo el día pendiente de alguna noticia mía, ahora se quedará contenta y se irá a la cama con algún sueño añadido a su cuenta de deseos frustrados.
A Loli la conocí un día que vino a mi oficina a intentar venderme un seguro odontológico. Me gustó y le di pié a que volviera un par de veces más, a la tercera le sugerí que quedáramos a tomar algo para terminar de discutir el asunto. Ella no era ni guapa ni fea, sino todo lo contrario, pero era, en definitiva, una mujer y por primera vez en mucho tiempo descubrí que aún podía ser atractivo para el sexo opuesto. Al principio llegué a plantearme, incluso, una separación, pero fue sólo una necesidad causada por la obnubilación pasajera de la novedad. Ella habría dado el paso inmediatamente y así se lo llegó a comunicar, solemnemente, a sus dos hijos.
Lo pasé mal entonces, me di cuenta que había llegado demasiado lejos y que lo que Loli podía darme me lo había ofrecido con creces. Mi vida, mi posición y mi entorno era una base construida a fuerza de años, no iba a jugar con fuego por un devaneo del ego para arrepentirme luego. No valía la pena. La relación, en su justa medida, seguía cumpliendo una función importante de recreo en mi vida. Los encuentros clandestinos, las sesiones de sexo en aquel sofá, los magreos en el coche si no podían ser en otro lugar, hacían que por mis venas volviera a correr la sangre caliente del deseo carnal, aquel que ya ni recordaba, que no tenía y que ni imaginaba podía existir aún dentro de mí. No quería perder eso.
En los dos últimos encuentros, Loli había estado llorando. Me recordó que le había prometido hablar con mi mujer después de las vacaciones de verano que habían acabado hacía un mes. Pero la conversación no había existido ni por asomo… Con ella mentir era un juego de niños, necesitaba una pequeña esperanza y tragaba con la más nimia promesa que le hacía. Ambos sabíamos que nunca eran ciertas, que yo no iba a cambiar ni un ápice mi vida, y menos por ella, que lo que deseaba para mí ya lo tenía hacía tiempo, pero seguíamos engañándonos, era lo más fácil. Nunca he sido valiente, ni dado a actos subliminales. Soy un hombre corriente.
Es increíble la falta de afecto que denota esta mujer. Con cualquier arrumaco menor obtiene su dosis de satisfacción compensatoria y almacenable en su despensa que raciona durante días hasta recibir la siguiente. Todo implica un coste bajo, casi nulo para mí, frente a lo que obtengo a cambio.
Ana acaba de entrar un momento en el salón, se ha llevado unas cuantas botellas vacías y ha cambiado los ceniceros. Al acercarse le he dicho en voz baja lo pesado que se pone Jesús cuando se pasa con la bebida y que otro día se ahorrara el invitarlo. Me ha sonreído, debe estar pensando lo bueno y paciente que soy. En el fondo me quiere, y yo a ella, nada que ver con lo que siento por Loli, a Ana la veo como si fuera mi hermana y el sexo con ella, por consiguiente, lo considero como una práctica incestuosa que evito con más que menos fortuna; al margen de eso, en la convivencia cumple su parte del trato sin más estridencias.
Intermedio en el partido y respuesta al móvil que avisa con una señal casi imperceptible: “Voy en coche con una amiga. Llegaré pronto a tu casa”
¡Joder! su amiga, la lesbiana, le ha vuelto a sonsacar y le ha convencido para que me arme un escándalo. Jesús está en el lavabo y tengo poco tiempo para pensar. Israel, mi hijo, no volverá hasta pasadas las once; Ana está viendo un video en la habitación, así que he de tramar algo deprisa. En estos casos lo más importante es la serenidad.
“¡Lo tengo!” Salgo rápidamente a la escalera, desconecto el automático y dejo la casa sin luz. Momentos de confusión. Ana y Jesús que dicen que también es mala suerte y demás comentarios. Hago que llamo por teléfono y les digo que los llevo a dar una vuelta y así nos acercamos a la cafetería nueva donde me tomo el café antes de ir a trabajar, para tomarnos algo y terminar de ver el partido.
- La compañía eléctrica me ha dicho que es una avería en un transformador, que tienen, al menos, para dos horas.
Los bajo con prisas al parking con la excusa del comienzo de la segunda parte del partido. Al salir, casi me cruzo con el coche del que salían Loli y la perversa de su amiga Puri, ambas con cara de pocos amigos. Pero no me ven. Cuando me alejo observo por el retrovisor la insistencia con la que tocan al portero automático.
Me ha salvado la campana, pero es la última vez, ¡lo juro!.
Ahora, en el bullicio de la cafetería, el corazón se ha desacelerado y puedo pensar con frialdad. Súbitamente siento odio por Loli, desearía estrangularla con mis propias manos, sacarle los ojos o, quizás, contarle la lengua a rodajas con un cuchillo sin afilar. Me asaltan ideas mezcladas con escalofríos: sexo con muerte, dolor con asco.
Mañana es lunes y ya no tengo nada que planificar, salvo una venganza o una dura lección. Pienso en los puntos débiles de las personas, todos los tenemos, y sólo hace falta dedicar un pequeño esfuerzo para descubrirlos. Para hacer verdadero daño, sólo hay que atacar a su raíz.
Loli siente verdadero terror a que su madre, una anciana a la que llegué a conocer con un pretexto e identidad falsa, llegue a saber algo de lo nuestro, porque es una persona de férreas creencias religiosas. Tardó años en separarse sólo por no tener que enfrentarse a ella. No soporta ni un solo reproche por su parte, la hunde y la rebaja. Su tremendo sentimiento de culpabilidad se debe a que su marido, por entonces, no la quería en casa y la tuvo que llevar a una residencia de ancianos. Al separarse se la quiso llevar con ella, pero se negó alegando que ya llevaba seis años en ese infierno y que prefería morir allí, así le devolvería, al menos, parte del sufrimiento que le había dado al meterla en aquel antro. De esa manera recibía una compensación mayor, porque sabía que, aún después de su muerte, el dolor y la culpa le seguirían persiguiendo durante el resto de su vida.
Acaba el partido y hago cálculos. Con la excusa de ir al lavabo llamo desde el teléfono público a Loli. Está en casa, cuelgo, sé que ya no hay peligro. Seguramente estará arrepentida, pero no pienso correr ni un riesgo más. Entro al baño, me mojo la cara y, mientras me la seco, compruebo en el espejo mi expresión. “Acabas de pasar un buen susto, chaval” Respiro hondo y escribo un nuevo sms: “Loli no quiero verte nunca más. Si recibo una sola noticia tuya le cuento a tu madre lo bien que follas”
Dejamos a Jesús en su casa, va tambaleándose y diciendo sandeces, pero mi mujer le sigue la corriente. Mañana le pasará el informe a su amiga que, probablemente, le habrá endosado a su marido para hacer vete a saber qué, tranquilamente, esta tarde.
Ya llegamos y subiendo por la escalera, Ana me comenta que no entiende por qué hay luz y en nuestra casa no. Mientras entra para buscar una vela yo me retraso y vuelvo a conectar el automático.
- ¿Ves? ahora ya tenemos luz- le digo.
Ya podemos cenar algo ligero y ver juntos la televisión, como todos los domingos.
Oigo a Israel que llega y se mete en su habitación sin decir ni pio, nada nuevo.
Me quedo solo un momento y busco el móvil, estoy seguro que tengo contestación.
“Eres un cerdo, te odio, ojalá te mueras. Adiós para siempre”
A veces un cigarrillo sabe mejor que nunca…
… como el que me estoy acabando de fumar ahora.
Elu